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Una tarde en Granada

Lo ideal para visitar Granada es pasar un par de días en la ciudad de la Alhambra, recorriendo todos los recovecos de su espectacular complejo nazarí y dejándose sorprender por los colores, olores y sabores de sus calles y plazas. Pero si sólo tienes un día, la mañana tienes que dedicarla a conocer el monumento más visitado de España, una de las maravillas del mundo moderno, símbolo del esplendor de Al Andalus, y también de su declive: la Alhambra de Granada.

Para la tarde, la ciudad de Granada guarda mil historias y secretos que contar al viajero que esté decidido a recorrerla sin pausas, pero sin prisas, tomándose el tiempo justo para saborear sus vistas y paisajes y para degustar la vida que sus calles dejan salir por cada uno de sus rincones. Si vienes con una de nuestras excursiones desde Sevilla, o bien quieres conocer Granada por tu cuenta, en este post te recomendamos qué visitar y qué no puedes perderte si sólo dispones de una tarde en Granada.


Para medio día, nada mejor que unas tradicionales tapas, por la zona de calle Elvira o la más turística calle Navas, ambas muy cerca de Plaza Nueva, donde podemos llegar andando desde la Alhambra por la cuesta de Gomérez. En cualquiera de sus bares, por el precio de una bebida, obtendremos las tradicionales tapas gratuitas de Granada, y con un par de rondas, los presupuestos más ajustados podrán tener bien saciado su apetito, para continuar la ruta que nos de a conocer las maravillas de la capital nazarí.

 

Un breve paseo por el centro nos lleva a la calle Oficios, donde podemos contemplar la belleza del edificio donde se ubicó la Madraza, la primera Universidad española, así como la fachada principal de la Capilla Real, donde descansan los restos de los Reyes Católicos, y la Lonja de Mercaderes, el centro neurálgico de la Granada musulmana.  Junto a ella la Alcaicería, antiguo Mercado de la Seda, y actual zoco donde adquirir souvenirs y artículos típicos de la ciudad. Sus estrechas y concurridas calles nos llevan a la plaza de Granada y de los granadinos, la conocida Plaza de Bibrambla, donde en la Edad Media se celebraban justas y torneos, y que aún hoy sigue siendo centro de la vida social de la ciudad.

 

A la vuelta de la esquina, se abre la plaza de las Pasiegas, el único lugar donde podemos alejarnos para tomar un poco de perspectiva y contemplar la grandiosidad de la Catedral de Granada, con una espectacular fachada proyectada por Alonso Cano en el siglo XVII, aunque finalizada en años posteriores por diferentes artistas, con algunas modificaciones.

 

La siguiente parada obligada para la merienda es en la calle Calderería, donde encontramos un pequeño zoco, que parece saado de las Mil y una Noches, en el que se pueden degustar los mejores dulces de la pastelería morisca granadina, acompañados, como no, de un sabroso té en cualquiera de sus teterías.

Continuando la ruta por la antigua orilla del río, subimos por la Carrera del Darro para descubrir la zona donde su caudal aún no ha sido embovedado. Se trata de uno de los paseos más románticos del viejo continente, sino del mundo entero, que merece recorrer con calma, pues cada uno de los adoquines de su calzada guarda una historia que contarnos.

Llegando al final del paseo se abre ante nosotros el Campo del Príncipe, co sus impresionantes vistas de la torre de Comares de la Alhambra. Lo dejaremos atrás apra subir por la Cuesta del Chapiz hacia la zona alta del barrio morisco de Granada, el Albaicín, Patrimonio de la humanidad. A la derecha dejaremos las calles que nos dirigen al barrio gitano, el Sacromonte, donde los gitanos celebran sus zambras, sus fiestas flemencas, en cuevas oradadas en la montaña.

Tras callejear un poco por el Albaicín alto, llegamos hasta el mirador más famoso de Granada, el de San Nicolás, desde donde podremos contemplar, junto a turistas y granadinos, un espectáculo único, el de la luz abandonando Granada con tanto trabajo, que pareciera nunca querer marcharse. Un atardecer con la Alhambra como telón de fonde, que ha merecido el calificativo de «el más bello del mundo».

Después de la caminata, y con tantas experiencias y emociones vividas, la visión de la Alhambra iluminada acompañará nuestro descanso al abandonar la mágica Granada, dejando al visitante con ganas de volver.